La mordida es la relación espacial de los primeros molares entre sí. La posición de los maxilares en cada persona determina que la mordida se clasifique en las clases I, II o III. La alineación inadecuada de las arcadas dentales puede traerte varias consecuencias, como veremos.
¿Qué significa la mordida clase I, clase II y clase III?
Concretamente, las clases se refieren a la forma en que se ajustan el maxilar inferior y el superior en el plano anteroposterior. Si estos están alineados, los primeros molares coinciden. De lo contrario, uno de los dos componentes óseos sobresale respecto al otro y aparece la maloclusión u oclusión inadecuada. Esta alteración bucodental puede deberse a muchas causas.
Estos casos requieren tratamiento porque, de lo contrario, ocasionan problemas funcionales y estéticos. Entre ellos, figuran los trastornos de la fonación, el desgaste de los dientes o la inflamación de la articulación que une el maxilar inferior con el cráneo (llamada temporomandibular).
Descripción de cada tipo de mordida
Según la posición de los maxilares y al grado de desplazamiento entre ellos, se establecen tres clases. Has de saber que la posición influye tanto en los efectos negativos de la maloclusión como en el tratamiento.
La clase I
Es la relación normal con la oclusión correcta. Desde el punto de vista funcional, es la más eficiente. Proporciona un buen equilibrio en las facciones.
La clase II
En estos casos, la arcada inferior está situada más atrás que la superior. Por esta razón, la arcada superior sobresale. El maxilar superior se proyecta hacia delante, junto con los incisivos. El rostro de los pacientes, visto de perfil, tiene un aspecto convexo con el mentón disminuido.
Esta maloclusión puede deberse a una alteración en el crecimiento de los maxilares por un desarrollo acelerado del superior, o bien porque en el inferior el desarrollo es insuficiente. Algunos factores externos, como succionarse el pulgar, pueden acentuar el problema.
Clase III
Aquí, ocurre lo contrario que en la maloclusión de clase II. El maxilar superior está situado más atrás respecto al inferior y la cara adopta una apariencia cóncava. El mentón se proyecta hacia delante. También se debe a un balance inadecuado en el crecimiento óseo, a problemas congénitos o a fracturas faciales.
Tratamientos
Cuando se evalúan las maloclusiones II y III, es importante determinar el grado. Si son leves, pueden tratarse con ortodoncia, un sistema que modifica la posición de los dientes y corrige el problema.
En los casos más severos, cuando el origen es esquelético, existen dos alternativas principales. La cirugía ortognática está indicada para los pacientes cuyo crecimiento óseo ha finalizado. Es decir, es para mujeres mayores de 16 años y hombres mayores de 21.
Se trata de un procedimiento quirúrgico destinado a modificar la forma de los maxilares. El objetivo es mejorar la alineación y corregir las irregularidades. Con este procedimiento, mejora la función y también el aspecto del paciente.
Las máscaras faciales y los expansores del paladar son herramientas que se utilizan en los casos de maloclusión clase III, que suelen ser más complicados de tratar. El propósito es estimular el crecimiento del maxilar superior durante la infancia. Los expansores del paladar pueden ser fijos o removibles y se colocan dentro de la boca. Por su parte, las máscaras faciales siempre son removibles y se utilizan varias horas al día.
Tanto la cirugía ortognática como el uso de expansores y máscaras faciales pueden necesitar una segunda fase con tratamiento de ortodoncia. La razón es que la posición de los dientes se habrá modificado.
Los problemas de la mordida pueden ser resueltos por profesionales con preparación y experiencia. Concierta una cita en Clínica Barreiro para hacerte una revisión y llegar a un diagnóstico.